A medida que envejecemos, se van deteriorando nuestras capacidades físicas, psíquicas e intelectuales. Así, vamos perdiendo resistencia cardiorrespiratoria, fuerza, adaptabilidad a los cambios ambientales, memoria…
Sobradamente demostrado está el hecho de que las personas sedentarias envejecen peor y antes que las más activas. Hay una máxima en gerontología que dice: “no es que uno no se mueva porque es viejo, sino que es viejo porque no se mueve”. Se trata por tanto, de que el deterioro sea lo menos intenso y más lento posible.
Un ejemplo: para las actividades cotidianas, el nivel de fuerza que necesitamos aplicar sigue siendo siempre el mismo; en cambio la fuerza máxima que somos capaces de ejercer, sí va disminuyendo con el paso de los años.
Algo tan sencillo en apariencia como levantarse de una silla, puede empezar a costarnos a partir de los 50 años, llegando a ser imposible para algunas personas a los 80. Lo mismo sucede al intentar abrir el tapón de una botella, etc. Sucede con mucha frecuencia que, por querer ayudar a nuestros mayores, no les permitamos levantarse solos de una silla acudiendo solícitos a ellos, acelerando de esta manera su proceso de atrofia muscular, en lugar de esperar a que les sea realmente imposible hacerlo.
Debemos por tanto permitir y animar a los ancianos a que continúen realizando todas las actividades físicas de que sean capaces. No nos adelantemos a los acontecimientos: que hagan ellos todas sus cosas mientras puedan.
Y para que ese momento llegue cuanto más tarde mejor, es conveniente trabajar en varios frentes simultáneamente: algo de resistencia, flexibilidad, coordinación y fuerza. Todo ello en función de la situación previa de la persona y sus enfermedades.
Leído en http://www.teinteresa.es/Microsites/Pregunta_al_medico/Deporte/necesaria-actividad-fisica-personas-mayores_0_804519818.html
Estoy completamente de acuerdo con lo que dice el texto, de todos es sabido que cuando un músculo no se mueve, se atrofia. Partiendo de ahí, el envejecimiento lleva consigo un deterioro progresivo, que es lo que hace que cada vez cueste más realizar determinadas actividades. Si, ante eso, dejamos de movernos, pasamos más tiempo sentados, etc., estamos consiguiendo que ese deterioro se acelere, y cada vez tengamos más dificultades para movernos. Por eso, yo opino que la persona mayor tiene que hacer ejercicio diariamente y colaborar, por ejemplo, en las tareas de la casa, siempre acorde a sus posibilidades.
En el caso de las residencias, soy de la opinión de dejar que el usuario que así lo desee, colabore en las tareas de higiene y limpieza de su habitación, por ejemplo, haciendo él mismo su cama, o recogiendo y doblando su ropa, etc. Esto también resulta problemático en varios aspectos, el primero, si el gerocultor tiene que supervisar estas tareas, lógicamente, tardará más que si lo hiciera él o ella misma, y perdería tiempo. Con una buena organización, podríamos permitirnos que el gerocultor tarde más en hacer sus tareas y se dedique a supervisar, siempre en pro del bienestar del usuario. Por otro lado, los familiares del usuario podrían quejarse de que hacemos trabajar a su padre/madre y ello traería problemas. Podríamos solventar eso pidiendo permiso antes a los familiares y explicándole la relevancia de que el usuario lo haga por sí mismo.
Que la persona mayor realice todas aquellas tareas que pueda, además de repercutir en su bienestar físico, trae consigo otros beneficios a nivel cognitivo, y es el sentimiento de utilidad. Sentirse útil es algo que refuerza mucho a la persona y repercute en su bienestar.
Estoy abierta a comentarios y reflexiones.
¿Qué opináis al respecto?
Un abrazo,
Silvia Adame Fernández
Psicóloga especialista en Gerontología, Dependencia y Protección de los Mayores.