El afecto positivo hace referencia a la capacidad de experimentar emociones positivas, representando la dimensión de la emocionalidad placentera. Se manifiesta a través de alegría, motivación, energía, deseos de afiliación y sentimientos de logro o éxito. Las personas con alto afecto positivo suelen experimentar sentimientos de satisfacción, gusto, entusiasmo, energía, amistad, afirmación y confianza.
Diversas investigaciones demuestran que el afecto positivo está relacionado con una mejor y una mayor longevidad. Por ejemplo, en una investigación prospectiva, de dos años de duración, realizada con personas de entre 65 y 99 años, observaron que la presencia de afecto positivo o bienestar emocional tiene un impacto distinto a la ausencia de depresión, o de afecto negativo. Además, los resultados obtenidos indicaban que el afecto positivo protegía a los individuos del deterioro físico producido por la edad, repercutiendo positivamente en su independencia funcional y esperanza de vida. Además, se ha relacionado la presencia de afecto positivo con una disminución del riesgo de infarto de miocardo y de apoplejía (Ostir, Markides, Peek y Goodwin, 2001).
A nivel más general, se ha encontrado una asociación entre afecto positivo y menores tasas de enfermedad. Si ya se conocía que el afecto negativo estaba relacionado con la enfermedad, en ese estudio se observó que el afecto positivo mostraba una asociación más fuerte con las tasas de enfermedad (relación negativa) de la que mostraba el afecto negativo. Con lo cual, la presencia de afecto positivo asociada a una menor tasa de enfermedad es más fuerte que la asociación entre una presencia de afecto negativo y la enfermedad.
La influencia positiva en la salud del afecto positivo podría explicarse mediante dos vías, la primera de ellas es la relacionada con el efecto directo que ejerce el afecto positivo sobre el sistema fisiológico. Esta afectividad positiva se ha relacionado también con unos niveles más bajos de cortisol en saliva, tasa cardíaca más baja, una menor respuesta fibrinógena al estrés y una menor respuesta inflamatoria (Steptoe, Wardle y Marmot, 2005; Steptoe, Gibson, Hamer, y Wardle, 2007). Además, se ha relacionado con unos mayores niveles de oxitocina y endorfinas (Gerra et al., 1996, 1998). Por tanto, el afecto positivo actúa como amortiguador del estrés, minimizando sus efectos negativos, y mejora la respuesta del sistema inmune.
Por otro lado, algunos estudios han demostrado que la presentación de estímulos agradables tienen una repercusión en la respuesta psicobiológica. Por ejemplo, se ha observado un incremento en la actividad del córtex frontal izquierdo ante la presencia de olores agradables, y una mejora de la actividad del sistema inmune mediante un incremento en la secreción de inmunoglobulina-A, ante la presentación de estímulos verbales positivos. Asimismo, la expresión de emociones positivas repercute en una disminución del cortisol en saliva (Watanuki y Kim, 2005).
La segunda de las vías, más indirecta, hace referencia a las conductas que llevamos a cabo mediante el afecto positivo, pues este facilita la creación y mantenimiento de vínculos sociales, protectores a su vez, de la salud. Tiene sentido que, iniciemos un mayor número de conversaciones o intentemos mantener las relaciones con los demás cuando nos sentimos bien, además de llevar a cabo más conductas de autocuidado y acciones protectoras de la salud, como realizar ejercicio físico, comer de manera saludable, etc.
Sabiendo que experimentar afecto positivo tiene efectos realmente beneficiosos en las personas, los profesionales que trabajamos con personas mayores, sobre todo, el psicólogo, tratará siempre de crear ambientes agradables, actividades que fomenten la experiencia del afecto positivo aunque la actividad trate de trabajar otros aspectos. En mi trabajo diario, siempre busco realizar la actividad de algún modo que trabaje las emociones positivas, complementando la actividad programada ese día. Mi tono de voz y mi forma de hablar predispone al mayor a responder de un modo más alegre y positivo, además de minimizar o desvalorizar las respuestas negativas restándole importancia, por ejemplo, a las quejas típicas de los mayores sobre sus «achaques».
Siempre es importante proponer y realizar actividades agradables, además de hacerles cumplidos cuando nos gusta algo de ellos, fijándonos en los pequeños detalles del día a día de la persona. Por ejemplo, observando esos pequeños detalles, podemos hacer un cumplido si la persona lleva un pañuelo bonito o distinto en el cuello, si se ha pelado o se ha arreglado especialmente ese día, etc. Esto es importante, y lo reflejo en este espacio, ya que he mencionado arriba que la presentación de estímulos verbales positivos mejora la respuesta del sistema inmune. Además, hacemos que la persona que reciba el cumplido se sienta muy bien, mejorando su autoconcepto y, por último, hacer cumplidos no cuesta nada y es gratis.
Os dejo una entrada del blog «Piensa en Positivo» sobre algunos de los beneficios de hacer cumplidos: http://eligetuactitud.wordpress.com/2011/07/29/haz-sonreir-a-los-demas-haz-cumplidos/
Bibliografía:
– Gerra, G., Fertomani, G., Zaimovic, A., Caccavari, R., Reali, N., Maestri, D., Avanzini, P., Monica C., Delsignore, R. y Brambilla, F. (1996). Neuroendocrine responses to emotional arousal in normal women. Neuropsychobiology, 33, 173-181.
– Gerra, G., Zaimovic, A., Franchini, D., Palladino, M., Giucastro, G., Reali, N., Maestri, D., Caccavari, R., Delsignore, R. y Brambilla, F. (1998). Neuroendocrine responses of healthy volunteers to «techno-music». Relationships with personality traits and emotional state. International Journal of Psychophysiology, 28, 99-111.
– Ostir, G.V., Markides, K.S., Peek, M.K. y Goodwin, J.S. (2001). The association between emotional wellbeing and future risk of myocardial infarction in older adults. Primary Psychiatry, 8, 34-38.
– Steptoe, A., Gibson, E.L., Hamer, M. y Wardle, J. (2007). Neuroendocrine and cardiovascular correlates of positive affect measured by ecological momentary assessment and by questionnaire. Psychoneuroendocrinology, 32 (1), 56-64.
– Steptoe, A., Wardle, J. y Marmot, M. (2005). Positive affect and health-related neuroendocrine, cardiovascular, and inflammatory processes. Proceedings of the National Academy of Sciences, 102, 6508-6512.
– Vázquez, C., Hervás, G., Rahona, J.J., y Gómez, D. (2009). Bienestar psicológico y salud: aportaciones desde la psicología positiva. Anuario de Psicología Clínica y de la Salud, 5, 15-28.
Espero que os resulte interesante. Saludos,
Silvia Adame Fernández
Licenciada en Psicología.
Máster en Gerontología, Dependencia y Protección de los Mayores.